Primeras proyecciones del ciclo 2024/25, a la espera de lluvias
El déficit de humedad en los suelos se agrava con cada jornada que pasa sin llover. En región núcleo semana a semana el mapa se tiñe de rojo, demorando las decisiones de cara a la próxima campaña gruesa y afectando el desarrollo de los cultivos de invierno, que se aprontan a atravesar su período crítico de definición de rindes. En este contexto, el ejercicio de proyectar la producción a futuro se hace incierto pero imprescindible, ya que es necesario comenzar a afinar el presupuesto macro y microeconómico de cara al próximo ciclo.
Lo metodológicamente correcto es, a esta altura del año, es hacer proyecciones asumiendo condiciones atmosféricas normales, ya que es demasiado temprano para descontar el efecto de un potencial déficit de agua. Sin embargo, a los fines de ofrecer un contexto para el análisis, en el presente artículo realizamos el ejercicio teórico adicional de ajustar a la baja los rindes de cada cultivo hacia su promedio de los últimos cinco años (que incluye desde dramáticas sequías hasta años buenos), en lugar de tomar el rinde tendencial (que es creciente a largo plazo). De este modo, se trata de un escenario conservador donde el suelo no es capaz de expresar su máximo potencial como consecuencia de la escasez relativa de agua.
En el primer caso, bajo condiciones climáticas normales tal como exige la metodología aprobada a nivel internacional, la producción nacional 2024/25 podría alcanzar los 143,2 millones de toneladas, un 9,3% por encima del año pasado. Con la intención de siembra volcada en favor de la soja, que cubriría 17,7 millones de hectáreas (un 8% más que el año anterior) su producción podría ubicarse entre los 52 y 53 millones de toneladas, según estimó GEA en su último reporte. El temor a la chicharrita ajusta notablemente la intención de siembra de maíz, que perdería el 21% de área sembrada interanual hasta 8 M ha, con una cosecha proyectada en 52 Mt. La intención de siembra de girasol, también impulsada por la sustitución del maíz, apuntaba a 2,1 M ha, aunque la falta de agua en el norte posiblemente termine limitando este aumento, y la del sorgo podría ascender a 1,1 M ha. En este marco, la producción potencial de estos dos cultivos asciende a 4,2 y 3,2 millones de toneladas, respectivamente. Del lado de los cultivos de invierno, cuya siembra se dio por finalizada semanas atrás y que en breve comenzarán a transitar su período crítico a la espera de lluvias, para el trigo la cobertura creció un 21% interanual a 6,7 M ha, y una producción proyectada en 20,4 Mt; en tanto que la cebada aumentó mucho más moderadamente a 1,5 M ha con una cosecha proyectada a la fecha de 5,2 Mt.
Del lado de la demanda, bajo el escenario potencial, las exportaciones de granos, aceites y subproductos lejos de romper un récord aún podrían alcanzar el tercer volumen más grande de su historia.
La producción agrícola en Argentina ha estado mayormente estancada en los últimos seis años, no pudiendo repetir el récord productivo ni exportador que ha sabido alcanzar, menos aún quebrarlo. Algunas de las causas de esto fueron abordados en el artículo: ¿Por qué la agricultura argentina no crece al ritmo de la brasilera?, del 30 de agosto. Sin escapar aún a esta tendencia, las proyecciones actuales que asumen rindes tendenciales permiten aproximar una exportación nacional en toneladas de granos, harinas y aceites vegetales por 101,5 millones de toneladas, un 15% por encima del año anterior y el volumen más alto en cuatro años, aunque sin romper las barreras de las campañas 2018/19 y 2020/21.
A los precios actuales, estas estimaciones permiten proyectar un ingreso de dólares por exportaciones del agro de USD 35.500 millones, mejorando la marca de los últimos dos años, aunque entre 4.000 y 6.000 millones de dólares por detrás del valor exportado durante el boom de los precios agrícolas registrados en el punto más álgido de la Guerra Rusia-Ucrania.
Realizando un ejercicio de simulación con condiciones menos que óptimas de reservas de humedad, pero siendo conservadores, si el rinde promedio de cada cultivo se ajusta a la media de los últimos cinco años, la soja proyección de producción de soja cae 6,6 Mt con relación al escenario anterior, y un 8% respecto a la del año anterior, en tanto que la proyección de maíz cae 4,4 Mt respecto a la proyección inicial, a 47,6 Mt. La producción de trigo, por su parte, baja a 18,5 Mt y el resto de los cultivos ceden otro 1,6 Mt respecto al potencial, para arribar de este modo a una producción nacional total de granos 2024/25, bajo un escenario conservador de restricciones hídricas, de 128,8 millones de toneladas, un 2% por detrás de la campaña inmediata anterior y el segundo volumen más bajo en 7 años (sólo por detrás de la histórica sequía 2022/23).
Por su parte, valuando las exportaciones proyectadas bajo el escenario de ajuste en las reservas de agua que se discutió anteriormente, esta proyección del valor exportado del agro cae a US$ 32.600 millones, apenas un 6% por encima del año anterior y un 1% por debajo del promedio de los últimos tres años.