A pesar de que las últimas precipitaciones son muy bienvenidas y podrían inducir a la siembra en algunas áreas favorecidas, no revierten la condición de sequía. La estación meteorológica de Rojas acumuló 26,6 mm, siendo este el máximo registro obtenido , seguida de Rufino y Gral. Pintos, con 21,6 y 20 mm acumulados, respectivamente.

Una de las limitantes principales y determinantes de los resultados de la agricultura es la disponibilidad de agua, muy importante para los cultivos de invierno dado la escasez de sus precitaciones. El cultivo de trigo tiene una demanda potencial aproximada de 500 mm de agua a lo largo de su ciclo, aunque dicha demanda puede variar en función del genotipo y el ambiente. Considerando los datos históricos, las lluvias cercanas a los valores medios de junio, julio y agosto no son suficientes para garantizar un buen desarrollo del cultivo, por lo que suele recomendarse contar con más de 150 mm de agua útil acumulada en el perfil del suelo al momento de la siembra. En esta campaña, los momentos de recarga de agua de fines de verano y principios de otoño fueron extremadamente secos. Según la zona, los muestreos hasta un metro de profundidad se ubican actualmente entre 30 y 80 mm de agua útil; por lo tanto, para que se haga un trigo con razonables probabilidades de éxito, deberían producirse lluvias de entre 70 y 120 mm.

Por otra parte, quienes implantaron trigo en la campaña anterior fueron golpeados por recios y rendimientos magros. En este ciclo, los productores vuelven a encontrarse sin señales de estímulo para siquiera mantener el área triguera.

Todos estos factores se unen para que, en muchas localidades de esta área núcleo, la intención de siembra sea poca o prácticamente nula. Nuevamente, la caída en superficie sembrada y rendimientos podría ser histórica.

Algunos sectores de Buenos Aires recibieron lluvias de 10 a 30 mm.  

  

Precipitaciones acumuladas del 11 al 14 de mayo. (2009)