Economía

Indefiniciones en la plaza bursátil


Si bien al concluir la semana no podemos afirmar que el optimismo global que imperaba días atrás se haya desvanecido, aparecen por estos días luces amarillas que llaman a la cautela en los distintos mercados de referencia. El mundo se encamina hacia una etapa de inflación algo mayor a la tolerable, conjuntamente con serios problemas fiscales y de competitividad en las economías más desarrolladas del planeta. Eventualmente, esta situación requerirá -sin dudas- la aplicación y sostenimiento de políticas de ajuste que por ahora se avizoran sólo tímidamente.

La confianza en la capacidad de recuperación de la economía mundial se ha sustentado en el florecimiento del empleo norteamericano, la incrementada confianza de los consumidores y la reactivación de la producción industrial en los principales centros económicos del globo. La manifestación más evidente de este entusiasmo ha sido la notable evolución de los principales mercados accionarios en los últimos nueve meses: el índice Standard & Poor's 500, termómetro de la economía norteamericana, se expandió 29% en ese período.

Sin embargo, diversos factores alertan de que la situación económica mundial no está exenta de riesgos. La escalada de violencia en los países árabes y los desastres naturales en Japón, ambos con implicancias alcistas para el precio del petróleo, le imprimen incertidumbre a los mercados, haciendo que muchos operadores prefieran mantenerse al margen de aquellos episodios de pánico.

A mitad de semana, los mercados europeos recibieron la atención del mundo inversor. Con posterioridad al pedido de Portugal de asistencia financiera a la Unión Europea, el día jueves se consumó la primera elevación que hace el Banco Central Europeo de su tasa de interés de referencia desde la crisis financiera de 2008. La necesidad de garantizar la estabilidad de precios en la eurozona fue el factor que detonó esta previsible medida, que llevó al euro a valores máximos en 15 meses a la espera de esta política contractiva. Los mercados del viejo continente prolongaron la tendencia alcista de las últimas tres semanas, aunque con rendimientos más moderados. El índice Euro Stoxx 50, de referencia en la eurozona, creció un 0,73% semanal (ampliando sus ganancias de las últimas tres semanas a 6,9%).

En Estados Unidos, el principal obstáculo se presenta en el frente fiscal. La astronómica deuda que posee el país del Norte, asociada a la debilidad secular que afectó al dólar en los últimos años en un contexto de déficit estructural de las arcas públicas, ha llegado al punto de restringirle capacidad operativa al gobierno central. El desacuerdo entre las distintas coaliciones políticas sobre cómo llevar adelante un plan de saneamiento sin afectar la -aún débil- recuperación genera intranquilidad a los inversores. Este factor, que ganó notoriedad en el transcurso de la semana, sumado a la reticencia de los inversores a hacer apuestas en la antesala de la temporada de balances corporativos, ha frenado la evolución de la bolsa norteamericana en los últimos días. El índice S&P 500 finalizó en 1 . 3 2 8 , 1 7 puntos, con pérdidas del 0,31% y sin la capacidad de vulnerar un nivel técnico de resistencia que lo llevaría a valores máximos en los últimos 34 meses.

El mercado local perdió momentum tras dos semanas de buen desempeño, pero aun así pudo sostenerse en el terreno positivo. Si bien se vio afectado por algunos de los episodios externos comentados, hay también cuestiones que emanan de la política local y que afectan las perspectivas empresariales, al menos por el corto plazo. Al día viernes, el cierre fue de 3.480,39 puntos, apenas un 0,24% por encima del cierre del viernes anterior. Los inversores se encuentran a la espera de que llegue un impulso renovador sobre el mercado que lo conduzca hacia nuevos máximos.