El fin de semana del 22 de junio pasó sin dejar lo que se anunciaba: agua. La actividad de siembra de trigo está detenida. El 10 de julio se cierran las posibilidades, pero el mal agüero son los malos pronósticos meteorológicos, las malas experiencias de los trigos cortos sembrados tarde el año pasado, las pocas expectativas de rindes en este contexto y las plagas por las condiciones secas que ya están apareciendo (pulgones y trips). Lamentablemente esto configura, salvo que 30 mm concurran al área en la próxima semana, un cierre de campaña con algo menos del 40% de las siembras proyectadas ya concretadas.

En el sector no deja de hablarse de las lluvias que no fueron, de que no hay actividad de siembra y de queda mucho por sembrar aunque esos lotes que se preparaban ahora están secos. “Hay que llegar a marzo” se escucha, y otros dicen “sería bueno tener trigo más allá de que hoy no sepamos cuánto vale en una compra efectiva”. Estos motivos para sembrar chocan contra las reales posibilidades de implantación y las bajas expectativas de rindes. Esto último fundado en que se usarán materiales de ciclos cortos, mucho más exigentes en fertilidad, provisión de agua y más sensibles a las heladas. Es decir, y por extraño que parezca, el sector productor quiere sembrar y quiere subirse a los tractores en el caso de que llueva, para así completar el nivel de cobertura.

La realidad le impone límites al deseo. El norte y el oeste, casi han agotado las chances de continuar las siembras, y aunque la parte sur de la zona núcleo tal vez pueda tener una semana más de tiempo y “estirar el mes de julio”, empezaron a aparecer pulgones y trips. Estas plagas, una vez que se instalan, exigen un gran número de controles. Súmese a que los umbrales económicos de control están complicados por los rindes potenciales de un trigo hecho con bajas reservas de humedad en el primer metro de los perfiles edáficos.

Otra vez fallaron las posibilidades de lluvias para la región.

Hubo un corrimiento hacia el este de las lluvias y apenas alcanzaron a superar los 10 mm para algunas zonas de Entre Ríos, Chaco y Misiones.

Heladas por debajo de los -7°C en la zona núcleo

Durante la madrugada del día 24 de junio se produjeron las temperaturas más bajas en lo que va del año, el avance de un sistema frontal frío fue el causante del descenso de temperatura que provocó heladas en toda la región GEA.

Los valores de temperatura más bajos se localizaron en el sudeste de Córdoba, al sur de la subzona GEA V, donde las estaciones meteorológicas ubicadas en las localidades de Bellville, Monte Buey y Guatimozin  registraron mínimas cercanas a los 7 grados bajo cero.

Otro de los lugares con heladas intensas fue el sur de la subzona I, donde las estaciones automáticas de Alvarez y Pujato, registraron valores por debajo de los 5 grados centígrados.

En la provincia de Buenos Aires, también se sintió el impacto del fuerte descenso térmico, como en el caso de Chacabuco con un registro inferior a los 6 grados bajo cero.