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Negocio ganadero ¿Cómo se financia el sector?

ROSGAN
Se termina un año plagado de sobresaltos, con importantes desajustes a nivel macroeconómico, fuerte incertidumbre política producto de un prolongado y polarizado proceso electoral y en lo que atañe el sector productivo sumamente oprimido financieramente.

 

Estamos cerrando un año plagado de sobresaltos, con importantes desajustes a nivel macroeconómico, fuerte incertidumbre política producto de un prolongado y polarizado proceso electoral y, fundamentalmente, en lo que atañe el sector productivo sumamente oprimido financieramente. Sin embargo, el sector ganadero en particular ha estado ciertamente beneficiado por un gran factor externo, China. La voracidad con la que comenzó a comprar este país ya desde finales del año pasado hizo que muchos productores, ante la restricción financiera que imponían las elevadas tasas de mercado, encontraran en este canal de venta una vía de ‘seudo’ financiación. Fue así como vimos una importante liquidación de vientres, que en muchos casos condujo a una descapitalización.

La realidad es que, sin inversiones que ingresen de manera genuina a la producción, ningún sector puede sostener su crecimiento más allá de la bonanza temporal que pueda aportar este tipo contextos comerciales.

En este sentido, el sector financiero en Argentina rara vez ha puesto foco sobre las necesidades específicas del sector, atendiendo a la diversidad de estructuras crediticias que exigen los diferentes planteos productivos. Si bien gran parte de la banca pública como privada ha desarrollado fuertemente el segmento de negocios agropecuarios, los productos que ofrecen en general se encuentran mayormente orientados a la agricultura, con créditos para compra de maquinaria agrícola, financiación de insumos, descuento de contratos forward en dólares o incluso financiación de capital de trabajo, aunque de corto plazo.

Muy pocos bancos han llegado a desarrollar líneas específicas para retención de vientres, compra de invernada o financiación de pasturas, todas inversiones que exigen plazos y esquemas de amortización diferentes de los requeridos por un ciclo de producción agrícola, concluye como máximo en el término de un año.

Es así que cerca de la mitad de la financiación bancaria que recibe el sector agropecuario tiene por destino la producción agrícola mientras que menos del 20% es destinado a ganadería bovina.

De acuerdo a los datos trimestrales que publica el Banco Central (BCRA), el monto total de préstamos otorgados para la producción de ganadería bovina a fin de septiembre de este año ascendía a 894 millones de dólares, de los cuales el 88% estaba tomado por explotaciones destinas a la producción de carne y el 12% restante a producción de leche. En tanto que, a igual fecha, el total de financiación bancaria tomado por la agricultura ascendía a 2.203 millones de dólares.

En general, todos los sectores vieron restringir fuertemente el nivel de financiación bancaria en los últimos dos años. El total de préstamos otorgados por entidades financieras a fines de septiembre de este año mostraba un saldo total de 43.750 millones de dólares, lo que representa una reducción de casi el 50% respecto de los 85.573 millones financiados dos años atrás. El sector agropecuario, en particular, contrajo su nivel de financiación bancaria durante el mismo período en un 42% dentro el cual, la financiación otorgada a agricultura se redujo menos del 30% mientras que la destinada a ganadería lo hizo en más del 45% en relación al término del 3er trimestre del 2017.

A su vez, además de una restricción en el nivel de financiación bancaria, ambas actividades agropecuarias debieron mudar sus esquemas crediticios a moneda extrajera, pasando a computar en el caso de la ganadería el 56% de los préstamos vigentes, comparado con el 33% tomado bajo esa modalidad en 2017. En este punto, también existe una marcada diferencia contra el 73% de financiación en dólares al que accede la agricultura por el cual, a su vez, obtiene tasas que van desde 1 al 1,5 % más baratas que las obtenidas a través de líneas ganaderas.

Ahora bien, ¿cómo cubre esta brecha de financiación el sector ganadero? Básicamente autofinanciándose dentro de la misma cadena.

A diferencia de la producción agrícola, donde entre el 70% y 80% de la inversión directa la integran insumos agrícolas como semillas, fertilizantes y agroquímicos que en su mayoría son financiados por las mismas empresas proveedoras, en ganadería, la mayor inversión requerida para iniciar un planteo productivo –más o menos intensivo- consiste en la compra de la hacienda. En este caso, son los mismos productores los que se están autofinanciando la actividad a través de los plazos comerciales que otorgan al momento de la venta. Es decir, un criador que vende sus terneros al destete está financiando la compra del invernador o engordador, el cabañero que vende los toros para un rodeo de cría debe financiar la compra de reproductores, todo ello en plazos que van desde los 60 hasta los 120 e incluso 180 días. Salvo producciones más intensivas de engorde a corral, donde el componente de alimentación y sanidad resulta mayor y generalmente es financiado comercialmente por las empresas proveedoras, el resto de las producciones ganaderas, demanda inversiones de largo plazo, amortizables en más de un ciclo productivo. El esquema actual de autofinanciación, no solo no ofrece plazos acordes a dichas inversiones sino que también reduce la liquidez de cuentas por cobrar de otro productor.

La actividad ganadera requiere herramientas financieras específicas, adaptables a los diversos flujos de fondo que genera la actividad. En este sentido, muy pocos bancos han logrado ofrecer en los últimos años herramientas propias para el sector, adecuando plazos, esquemas de amortización o incluso avales crediticios, como la tan mencionada prenda ganadera o forward ganadero, tan poco explorados. Ante la ausencia de instrumentos apropiados, muchas veces el productor ganadero se ve forzado a tomar fondos a través de líneas comerciales que no sólo no cumplen con el verdadero propósito de apalancar crecimiento de la actividad sino que muchas veces terminan ahogando su balance financiero y forzando a una descapitalización.

Resulta fundamental que el sistema financiero se involucre en el conocimiento del sector, comprendiendo la diversidad de esquemas productivos existentes y por ende, de flujos financieros a atender. El sector ganadero depende mayoritariamente de la financiación bancaria, dada la baja participación que representa la financiación comercial que pueda obtenerse por compra de insumos como así también por los plazos productivos que demanda la actividad.