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SOJA: se encienden las alarmas en el Mercosur

José Luis Aiello
Próximos al inicio de la nueva campaña Sojera Maicera 2019/20 la región del Mercosur enfrenta un escenario complicado de transitar en cuanto a la Variabilidad Climática lo cual inexorablemente tiene implicancias en el volumen final de producción.

 

Las principales preguntas que todos los actores que conforman los distintos niveles de la cadena de producción y comercialización de maíz y soja al inicio de campaña se resumen en: ¿Cómo viene el año en términos climatológicos? ¿Va a llover en tiempo, forma y volúmenes necesarios? ¿Cuál será el comportamiento de las temperaturas? Para intentar brevemente responder estas preguntas es indudable que hay que recurrir al pasado inmediato, al presente y lo que sucederá a partir del inicio de la primavera.  Es decir, la incidencia o el impacto positivo/negativo que los principales indicadores meteorológicos jugaron en la campaña anterior, actuaron en la salida del invierno y se esperan para el próximo trimestre. 

El orden de complejidad inicia con la campaña anterior, la cual estuvo signada fundamentalmente por el indicador de escala global El Niño traducido en una fuente extra de humedad para las principales regiones productoras. También la anomalía del Atlántico, frente a las costas del sur de Brasil, hizo lo propio en cuanto a la inyección de humedad. Y otro factor clave fue la temperatura, la cual, si bien hubo episodios de ola de calor, se mantuvo dentro de los regímenes esperados. Es decir, la sinergia que produjeron los distintos factores climáticos concluyó en una cosecha récord para toda la región. 

Al ubicarnos en el cierre del trimestre frío del presente año, las lluvias, en general, se encontraron muy por debajo de los valores normales esperados prácticamente en toda la región del Mercosur. Solo algunas zonas presentaron lluvias un poco más generosas permitiendo un paso más holgado en la transición hacia la primavera.  

En el mapa adjunto se muestran las lluvias acumuladas del mes de agosto de 2019 para la región del Mercosur (+Bolivia) con claros déficits en las principales regiones agrícolas. Como mencionamos, solamente y de forma puntual, el extremo sur de Brasil, este de Bolivia y la región del Litoral Argentino recibieron buen aporte de lluvias.

Si nos focalizamos en el mes de septiembre, el régimen de lluvias para Argentina y Brasil, los dos principales países productores, observamos una recomposición muy leve de lluvias en el norte de Mato Grosso y la continuidad de buenas lluvias en el sur de Brasil (podemos incluir a Uruguay también con similar comportamiento). En nuestro país queda bien distinguido el gradiente deficitario entre el este y el oeste. Cabe mencionar que el pronóstico de final de septiembre nuevamente muestra la ausencia de lluvias prácticamente en toda la región agrícola a la cual estamos haciendo referencia.

Hasta ahora describimos rápida y brevemente la campaña anterior y la transición hacia la primavera, pero nos queda la última parte referida al próximo trimestre (OCT-NOV-DIC) y lo que podemos esperar en términos climáticos. En este punto es de suma importancia lo que los modelos probabilísticos de pronósticos mundiales están señalando, para lo cual hacemos referencia al suministrado por el IRI (International Research Institute for Climate and Society). El mismo tiene las salidas para el próximo trimestre en cuanto a lluvias y temperaturas que se muestran a continuación de este párrafo.

Los mapas son elocuentes en cuanto al comportamiento termo hídrico del próximo trimestre. Si nos referimos a las lluvias, claramente las probabilidades no exhiben abundancia. El norte noreste de Brasil presenta un marcado escenario deficitario extendiéndose hasta el norte del Mato Grosso. Luego, en dirección sur, el estado de Paraná también muestra valores muy por debajo de lo normal. El extremo sur, estado de Rio Grande do Sul, muestra algo más de alivio hídrico en sintonía con la región agrícola de Uruguay. Paraguay y Bolivia caen en una estrecha normalidad pero viniendo de un invierno prácticamente ausente de lluvias. En nuestro país el modelo concentra la mayor probabilidad de lluvias por encima de lo normal en el norte de la provincia de Buenos Aires, sur de Santa Fe y este de Córdoba. En cuanto a las temperaturas, prácticamente es un predominio de probabilidad de valores por encima de los registros normales. Nuevamente el extremo sur de Brasil, Uruguay y este de la zona núcleo tienden a la normalidad. 

El contexto que se plantea, sin dudas, enciende las alarmas para el inicio y transcurso de la campaña de soja y maíz. Brasil, el productor número uno dentro de la región, ya comienza la etapa de siembra enfrentando un profundo déficit hídrico en toda la zona norte noreste con elevada demanda de agua dada principalmente por el rigor térmico. Hay que señalar que esta situación también afecta al corazón productor del Mato Grosso. El sur de Brasil se ubica como el “mejor preparado” para la campaña al igual que la región agrícola de Uruguay. Sin embargo, lluvias que no lleguen a tiempo o pulsos térmicos pueden rápidamente revertir el escenario. En nuestro país, el centro de la región núcleo cae en un segmento de lluvias por encima de lo normal decreciendo rápidamente en dirección oeste y sur. Ahora bien, recordemos que los modelos de pronóstico suministran como resultado probabilidades de ocurrencia y, en este caso puntal, lluvias por encima de lo normal, el valor es menor al 50%, por lo cual no deberíamos sorprendernos ante un corrimiento hacia la normalidad e incluso hacia un escenario deficitario.

En orden a los comentarios previos cabe indicar que los indicadores asociados al ENSO convergen a un escenario neutro con altas chances de extenderse durante toda la primavera y el período estival. Es decir, nos encontramos al punto de partida de la campaña sin forzantes climáticos de escala global como El Niño o La Niña. En estas circunstancias cobra protagonismo en los próximos meses el calentamiento de las aguas frente a las costas del sur de Brasil, el cual, de continuar, beneficia al transporte de humedad hacia el continente.  

Iniciamos una campaña signada indudablemente por la variable climática, la cual puede determinar un impacto negativo en términos de producción para la soja y maíz. En este sentido el monitoreo, análisis y seguimiento de la componente climática adquiere nivel de precisión, indispensable y protagónico.