Economía

Novillo pesado para exportación:¿Es posible recomponer esta categoría?

ROSGAN
Como nos suele suceder en el fútbol, podríamos decir que China vino a darnos ese ‘toque de gracia’ que estábamos necesitando. Una demanda sin precedentes para la Argentina que viene a llevar justo lo que, hasta el momento, tenemos: vacas.

 

Es que si este aluvión de exportaciones proviniese de nuestros mercados tradicionales, no tendríamos novillos con qué abastecerlo. Como ya es conocido, nuestro stock de novillos perdió en tan solo 10 años 2 millones de cabezas, pasando de 4,6 millones en el conteo de marzo 2009 a solo 2,6 millones el pasado marzo. 

Los números de faena reflejan de algún modo esta pérdida. El peso medio de faena en Argentina es muy bajo, producto de la elevada proporción de terneros y novillitos que la integran, sumado también a la baja proporción de novillos pesados dentro de esta última categoría. 

Ahora bien, ¿por qué el productor no logra agregar esos kilos extra al novillito liviano, llevándolo a un animal pesado, apto para exportación? 

Claramente los últimos kilos incorporados resultan más caros por el mismo decrecimiento de la tasa de conversión del alimento en carne. A su vez, el ciclo de producción se extiende y por ende, el costo financiero de la operación. Sucede que, en condiciones normales, este costo marginal debería verse compensado con la ganancia final por unidad productiva. 

Sin embargo, en este contexto, con tasas de interés en torno a los 50 puntos, resulta imposible pensar en prolongar los plazos de producción. En consecuencia, es el estado quien debe comenzar por corregir esta variable a fin de generar el incentivo necesario para incrementar la producción, partiendo por supuesto de una demanda de exportación lo suficientemente competitiva que pague el debido diferencial por animales pesados.

Conceptualmente, desde el punto de vista de la oferta, extender de repente los ciclos podría generar transitoriamente un faltante de carne en el mercado que impactaría directamente en precios. Sin embargo, el consumo ya ha dado vastas señales de su elasticidad, restringiendo el nivel de compra ante aumentos de precio. No obstante,  este punto requeriría un análisis más exhaustivo.

Ahora bien, volviendo al terreno conceptual, hemos realizado un muy somero cálculo en relación al impacto que generaría la incorporación de kilos adicionales en la faena de novillos y novillitos en términos de oferta, considerando el esfuerzo financiero que implicaría tal decisión.

De acuerdo a los datos del último trimestre, mensualmente estamos faenando aproximadamente 370.000 novillitos y 125.000 novillos, tras una sustancial baja de esta última categoría. Esto, sumado a un volumen menor de MEJ y toros, conforman una faena total de machos cercana a las 520.000 cabezas mensuales, 49% de la faena total.

La producción total se encuentra estabilizada en torno a las 250.000 toneladas mensuales de res c/hueso, de las cuales una creciente proporción se está llevando la exportación. En tanto el consumo doméstico –que hasta el año pasado demandaba 200.000 toneladas- hoy se conforma con 180.000 toneladas mensuales.

Asumiendo que al consumo doméstico se vuelca todo lo que es novillito y algo de novillo liviano y a exportación se va el resto de los novillos, realizamos un simple cálculo de la producción que mensualmente estaría saliendo por ambos canales. 

Bajo el escenario actual (Gráfico 1), estimamos que aproximadamente 400.000 novillos livianos (menores a 460 kg.) y novillitos (menores a 430 kg) se venden al mercado doméstico, a un peso medio de faena de 405 kg vivo. Ponderando los rendimientos industriales de las distintas categorías que asumimos abastecen este canal, arribamos a una producción estimada mensual de 93.103 ton. res c/hueso. 

Similar cálculo se realizó para la exportación. Partiendo de una faena mensual de 95.000 novillos, estaríamos obteniendo una producción promedio de 26.201 toneladas mensuales de res c/hueso con destino exportación.

Ahora bien, ¿qué sucedería si decidiésemos cambiar la estrategia de producción, orientándola a sumar más kilos para la exportación? A nuestro criterio, esta acción llevaría a ampliar aún más la brecha entre ambos canales, disociando completamente sus mercados. 

Por tanto, la incorporación de kilos en la faena, necesariamente debe involucrar ambos canales de modo tal de generar un cambio gradual en toda la cadena.

Bajo esta hipótesis de trabajo, generamos un segundo escenario de oferta de novillos y novillitos (Gráfico 2).

El mismo parte de la premisa de aumentar el peso de faena de los machos que se destinan a mercado doméstico, llevándolos a un promedio de 445kg vivo por animal faenado.

Esto podría generar una producción adicional de aproximadamente 10.597 toneladas mensuales o su equivalente de 40.876 cabezas. 

Si consideramos esta oferta como un excedente, bien podríamos retener estos novillos prolongando su recría para luego volcarlos al canal de exportación. 

Por su parte el invernador o productor de novillo de exportación, también debería realizar un trabajo similar, llevando los animales que actualmente termina en 469 kg promedio a 490 kg vivo por animal. 

En definitiva, este aumento general de peso en la producción, permitiría incorporar al canal de exportación algo así como 13.250 toneladas mensuales, compuestas por la producción adicional que obtendría por el aumento de peso de faena (1.382 ton.) más la producción proveniente de los novillos que ingresarían a recría (11.868 ton.), liberados por el mercado doméstico. En términos anuales, esto significa cerca de 160 mil toneladas de res c/ hueso que se podrían adicionar a la exportación, sin restringir el consumo local. 

Pero como mencionamos al comienzo, la principal limitante que tiene hoy el productor para extender sus ciclos productivos es el elevado costo de financiación. Bajo el escenario hipotético que planteamos, podríamos asumir que sumar 40 kg a un novillito que hoy se faena en 405 kg promedio demandaría -dependiendo del sistema de engorde- entre 30 y 45 días adicionales; lapso durante el cual el sector estaría posponiendo ingresos por aproximadamente $10.700 millones. 

Asimismo, el segmento que produce para exportación debería llevar los animales de 469 a 490 kg promedio, para lo que se estima un engorde adicional de 60 días. Además, bajo la hipótesis planteada, recibiría el excedente de novillos livianos que libera el consumo, debiendo adicionar 90 días de recría para llevarlos al peso de terminación objetivo. En este caso, el nivel de ingresos que pospone el sector ascendería -de acuerdo a nuestros cálculos- a $4.325 millones, incluyendo el adicional de novillos en recría. 

¿Cómo se traduce esto en la asistencia financiera que requeriría el sector para llevar a cabo este cambio estratégico? Tomando una tasa de mercado del 50% anual, el monto total involucrado rondaría los $1.000 millones o su equivalente a 25 millones de dólares. 

El gobierno nacional ha otorgado diferentes subsidios tanto a empresas que prestan servicios públicos como a sectores que necesitan ser apuntalados y que generan un beneficio económico y/o social al país. Un ejemplo de ello, es el exitoso programa impulsado para proyectos de energía renovables en donde se financió hasta un 70% del negocio otorgando créditos de hasta $400 millones con plazos de hasta 15 años y 2 de gracia. Otro ejemplo muy reciente es el programa lanzado por el gobierno para subsidiar la compra de autos 0 KM. A través de bonificaciones de entre $50.000 y $90.000, el sector automotriz logró revertir la estrepitosa caída que evidenció en ventas. Se calculaba que si las ventas ascendían 5%, el subsidio se pagaba solo siendo que -en promedio- el 32% del valor de un auto corresponde a impuestos. El objetivo fue cumplido con creces y consecuentemente se decidió extender el programa. 

En el caso del sector ganadero, bajo las premisas planteadas anteriormente, este cambio estratégico podría generar un volumen de exportación extra de aproximadamente 13.250 toneladas mensuales que, valuadas a un promedio de USD 5.000 la tonelada, generarían un ingreso de divisas adicionales cercano a los 66 millones de dólares mensuales. Por tanto, estamos asumiendo que en menos de un semestre el gobierno podría estar recuperando a través de su recaudación fiscal, el monto total de inversión que demandaría este programa (USD 25 millones), sin contar el retorno exponencial que generaría al país la posibilidad de reinsertar nuestro novillo argentino en el mercado global, llegando a destinos hoy desabastecidos. 

Más allá de este ejercicio, Argentina debe generar un cambio de paradigma a nivel producción. Ya no resulta sostenible trabajar en medio de este dilema entre producir para el mercado doméstico o producir para la exportación. Debemos orientar la producción hacia un animal que sirva tanto para exportación como para el mercado local. De este modo, no solo logramos subir la vara en cuanto a eficiencia productiva y requerimientos de calidad para lo que se vuelca a mercado interno sino también, generar la suficiente flexibilidad para poder adaptarnos a los distintos contextos, sin incurrir en esos tediosos faltantes o excedentes de oferta que tanto han condicionado el crecimiento sostenible del sector.