Faltando menos de dos meses para el nuevo recuento de stock de fin de diciembre, comienzan a aparecer tendencias más claras respecto de la racionalidad que ha primado este año en cuanto a la faena de determinadas categorías clave para la expansión de la producción. Sin embargo, existen otras variables no controlables que pueden terminar condicionando fuertemente esta intención.
Si bien la faena de vacas sigue muy alta producto de la fuerte demanda que aun ejerce China, en lo que va del año ha mermado en términos absolutos un 10% respecto de lo faenado en igual período del año pasado, esto es unas 240 mil vacas menos desde las 2.340 mil cabezas faenadas de enero a octubre de 2019.
Si tomamos la participación relativa respecto del resto de las categorías faenadas, octubre marca el quinto mes consecutivo a la baja. En los últimos tres meses la participación logró estabilizarse por debajo del 45%, nivel considerado de “equilibrio” en función de la composición y dinámica productiva del rodeo nacional. Recordemos que ese número ha llegado a superar el 50% entre mayo y abril del año pasado. Si bien ese pico fue temporal y no llegó a configurar un proceso liquidatorio per se, ha llevado a una pérdida de más de 550 mil vacas y 200 mil vaquillonas en el último ciclo.
A diferencia de entonces, la composición de las hembras que han estado llegando a faena este año resulta más racional desde el punto de vista productivo.
Comparando los datos desde el mes abril -mes a partir del cual disponemos de estadísticas de faena por dentición comparables- vemos una menor faena de hembras dos (-3%), cuatro (-7%) y hasta seis dientes (-30%), con un crecimiento moderado en hembras de ocho dientes o más (+9%), datos que claramente marcan un perfil de faena típicamente de rechazo, preservando los vientres más jóvenes que ingresan como reposición.
En este sentido, la tasa de extracción es un indicador bastante robusto para anticipar cambios en los stocks, en función de la extracción que ha sufrido una categoría en particular o incluso el stock general, en función de su productividad.
En los primeros diez meses del año, la faena de vacunos alcanzó los 11,6 millones de cabezas, el nivel más alto en los últimos diez años. A priori, analizado de manera aislada este número podría ponernos en una situación de alerta respeto del futuro del stock. Sin embargo, si lo consideramos en términos relativos al stock disponible, tenemos una tasa de extracción que -medido a igual fecha- viene creciendo en los últimos 5 años en forma sostenida, sin comprometer significativamente el nivel de stock general. De manera implícita, esto da cuenta de una mayor eficiencia productiva del rodeo.
En 2020, tal vez hayamos visto el destete más alto de los últimos años, con cerca de 15 millones de terneros contados al 31 de diciembre de 2019, que medido contra el stock de vacas del ciclo previo arrojaron una relación del 63,5%, nivel que se muestra estabilizado en los últimos cinco años. El recuento de este año, muy probablemente nos entregará un menor número de terneros no solo por partir de un menor número de vacas -aunque probablemente más eficientes desde el punto de vista reproductivo- sino también por la sequía que varias zonas productivas debieron soportar durante la primavera 2019, en pleno período de servicios.
Aun asumiendo que la tasa de preñez no haya sido alterada -hipótesis de máxima- la zafra de terneros indefectiblemente se vería disminuida en, al menos, unos 350 mil terneros, dado que partimos de unas 560 mil vacas menos respecto del ciclo previo. Esto tampoco considera la mayor mortandad post pariciones que se está registrando en las zonas más afectadas por la sequía actual, con lo cual el conteo de final de año muy probablemente termine arrojando una mayor pérdida de terneros.
Es precisamente esta situación que hoy enfrentan los campos la que esta interfiriendo como variable incontrolable y podría llegar a condicionado también por el perfil de faena de hembras de estos últimos meses. Si la situación climática no mejora, muchos campos se verán obligados a elevar el nivel de rechazos de vientres vacíos por imposibilidad de retenerlos hasta el próximo servicio de otoño.
Dos meses en lo que se deberá estar atento a la evolución de estos indicadores, los cuales podrían condicionar de manera muy marcada la próxima zafra, a pesar de la clara intención del productor de apostar a una expansión de la producción.
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