Economía

Innovación, tecnología y crecimiento económico: qué premió el Nobel de Economía del 2025

Francisco Cuello Rosso – Guido D’Angelo – Emilce Terré
Las ideas premiadas sostienen que la "destrucción creativa" y el conocimiento rompieron siglos de estancamiento y forjaron el progreso económico moderno. La innovación y su aceptación masiva como claves para el crecimiento sostenido.

 

Un tema que ha generado un profundo debate entre economistas, sociólogos y cientistas políticos y otros especialistas es el referido al rol de los avances en la innovación y la tecnología aplicada como pilares esenciales para el crecimiento de la economía. La creación e introducción de nuevos productos y métodos de producción es un ciclo constante que apuntala y puede marcar un crecimiento económico sostenido. Sin embargo, esto no fue siempre así: durante la mayor parte de la historia de la humanidad, especialmente antes de la Revolución Industrial, la economía se mostraba esencialmente estancada, con avances que eventualmente se agotaban y se estabilizaban.

Por ello, el crecimiento económico sostenido que ha caracterizado los últimos dos siglos no es un fenómeno espontáneo ni garantizado. Por el contrario, es el resultado de un proceso histórico complejo, impulsado por la innovación y la capacidad de las sociedades para generar, absorber y difundir conocimiento.

Estas ideas resuenan con fuerza en las obras de los laureados Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt, ganadores este año del “Premio de Ciencias Económicas del Banco de Suecia en Memoria de Alfred Nobel”, conocido popularmente como el Premio Nobel de Economía. La Real Academia de las Ciencias de Suecia sintetizó en una línea el porqué de la entrega del premio a sus galardonados: “por haber explicado el crecimiento económico impulsado por la innovación”.

Una mitad para la historia

La mitad del premio correspondió a Joel Mokyr quien, desde una mirada histórica, demostró que el crecimiento sostenido es un fenómeno moderno y reciente, y que su origen no se encuentra únicamente en la acumulación de tecnología o capital, sino también en un cambio cultural y cognitivo. En “Los orígenes intelectuales del crecimiento económico moderno”, Mokyr argumenta que “sin la Ilustración, la Revolución Industrial no podría haberse transformado en el crecimiento económico sostenido que comenzó a principios del siglo XIX”.

De acuerdo con el planteamiento central de Mokyr, para que exista crecimiento económico debe haber una conexión entre el cómo hacer una actividad (lo que llamamos conocimiento prescriptivo) y la comprensión del por qué funciona (lo que denominamos conocimiento proposicional, la base científica que lo sustenta). Esta articulación entre conocimiento práctico y explicaciones científicas fue lo que permitió que, a partir de la Revolución Industrial, los avances tecnológicos se multiplicaran y retroalimentaran entre sí. Además, este autor enfatiza que una sociedad abierta al cambio, que valora el conocimiento y tolera la experimentación, es una condición fundamental para sostener la innovación en el tiempo, como bien detalla la Real Academia de las Ciencias de Suecia en su detalle de la obra de los autores.

No conforme con ello, en su “Historia de la ansiedad tecnológica y el futuro del crecimiento económico”, publicada hace ya más de una década, el autor desarrolla un tema muy actual: así como la tecnología es considerada la principal fuente de progreso económico, al mismo tiempo ha generado una profunda ansiedad cultural a lo largo de la historia. De esta manera, se identifican tres ansiedades recurrentes desde la Revolución Industrial. 

En primer lugar, el temor al reemplazo por las máquinas y el consecuente desempleo tecnológico. En segundo lugar, las potenciales implicancias negativas del progreso tecnológico en el bienestar humano. Finalmente, en tercer lugar, encontramos el temor al estancamiento secular, la sensación de que las épocas de mayor crecimiento tecnológico estén ya detrás nuestro y que muchos de los progresos actuales puedan configurar muchas expectativas, pero sin un correlato de elevado impacto en la economía real. 

Con ejemplos históricos —desde los debates de las ideas de Ricardo, Mill y Marx hasta la Gran Depresión— Mokyr sugiere que, si bien la tecnología puede reemplazar ciertos empleos y transforma la organización laboral, también crea nuevas ocupaciones, sectores y oportunidades, impulsando el progreso y mejorando el bienestar general a largo plazo. Tema de gran actualidad y sujeto a un profundo debate. 

El flamante Nobel hace más de 10 años ya hablaba de los temores actuales frente a la inteligencia artificial y la automatización. En este sentido, su trabajo también es interesante para mostrar que dichos temores que no son nuevos, sino parte de un ciclo histórico de adaptación tecnológica. Los autores destacan que, aunque la transición puede ser profundamente desafiante, el progreso tecnológico sigue siendo la principal fuente de crecimiento económico y bienestar. En este marco, subrayan la importancia de las políticas públicas para acompañar estos cambios y mitigar los costos sociales del proceso de innovación.

Otra mitad compartida para la destrucción creativa

En paralelo, la otra mitad del premio fue adjudicado a Philippe Aghion y Peter Howitt. Estos autores desarrollaron un modelo teórico conocido en busca de darle parámetros a la "destrucción creativa", concepto esencial de Joseph Schumpeter en su obra “Capitalismo, Socialismo y Democracia”. 

En su planteo teórico, los autores formalizan cómo la innovación genera consecuencias tanto positivas como negativas al introducir productos y mejores procesos que pueden desplazar a los anteriores bienes y servicios. Esta dinámica, esencial para el progreso, no está exenta de tensiones: cuando no se gestionan bien los conflictos que surgen entre sectores, se corre el riesgo de que los intereses establecidos frenen el cambio. Los autores muestran que el crecimiento económico depende tanto del avance tecnológico como de la capacidad institucional para permitir que la innovación siga ocurriendo, incluso frente a resistencias, de acuerdo con el resumen presentado por la Real Academia sueca. 

El artículo académico más destacado de ambos autores se denomina “Un modelo de crecimiento a través de la destrucción creativa” y data de 1990. En este se postula que el motor del crecimiento económico en las economías desarrolladas es el progreso tecnológico impulsado por la innovación. Partiendo de modelos anteriores como el de Solow, que se centraban en la acumulación de capital, Aghion y Howitt demuestran que el crecimiento sostenido es principalmente consecuencia de la continua adaptación a nuevas tecnologías.

De esta manera, desarrollan que las innovaciones no son exógenas al crecimiento económico y que, definitivamente, estas no vienen dadas individualmente. Al contrario, nacen del conjunto de decisiones que toman las empresas en base a las búsquedas de información que realizan, por lo que se puede demostrar que estas innovaciones resultan del crecimiento económico que explica el modelo. 

En conclusión, este modelo basado en Schumpeter demuestra como las innovaciones y las revoluciones tecnológicas son indispensables para el crecimiento económico, las cuales no vienen dadas individualmente, sino que se necesita un contexto que acompañe, y que, lejos de ser eventos aislados, deben entenderse como procesos interrelacionados, donde cada avance genera innovaciones técnicas y organizacionales. En definitiva, el progreso sostenido no depende solo de innovaciones, sino que también requiere crear un espacio para que se puedan desarrollar y beneficien en su conjunto a la sociedad. 

En conjunto, estos trabajos ponen de relieve que el crecimiento no puede darse por sentado. Como advirtió John Hassler, presidente del comité del premio, la clave está en "mantener los mecanismos que sustentan la destrucción creativa" y asegurar que las condiciones para innovar se mantengan vivas. La innovación impulsa el progreso, pero aún más en contextos que la permiten florecer, corregir sus efectos negativos y extender sus beneficios al conjunto de la sociedad.