
Con el trigo argentino fuera de juego en el mercado internacional, la molinería acapara el interés de la plaza doméstica. La extensión del acuerdo para exportar grano del Mar Negro suma presión bajista, y el trigo ruso gana competitividad.

La falta de lluvias y la elevada salida de hacienda que sufren los campos encuentra su contracara en el feedlot.

Esa incertidumbre se da en el marco de un volumen de operatoria creciente en el mercado y tasas de devaluación implícitas que sobrepasaron el 200% anual, mientras que el Banco Central se mantiene al margen.