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Palabras del Presidente de la Bolsa de Comercio de Rosario, Jorge Weskamp, en el acto conmemorativo del centenario de Rofex

Siento una profunda emoción y una gran satisfacción personal de participar, ya en las postrimerías de mi gestión como Presidente de la Bolsa de Comercio de Rosario, en esta conmemoración del Centenario del Rofex.A veces las circunstancias nos ubican como actores o testigos de hechos trascendentes. Este es mi caso. Porque celebrar el siglo de vida del Mercado General de Productos Nacionales del Rosario de Santa Fe, tal el nombre original de nuestro hoy conocido Rofex, no es un hecho que pueda pasar inadvertido.

Siento una profunda emoción y una gran satisfacción personal de participar, ya en las postrimerías de mi gestión como Presidente de la Bolsa de Comercio de Rosario, en esta conmemoración del Centenario del Rofex. A veces las circunstancias nos ubican como actores o testigos de hechos trascendentes. Este es mi caso. Porque celebrar el siglo de vida del Mercado General de Productos Nacionales del Rosario de Santa Fe, tal el nombre original de nuestro hoy conocido Rofex, no es un hecho que pueda pasar inadvertido. Tanto en sus inicios como en su desarrollo, este Mercado marcó hitos en el devenir histórico de la Bolsa, en el crecimiento de Rosario y en la expansión del comercio de granos. Tan importantes fueron las innovaciones que introdujo la creación del Mercado en 1909, que transformó la manera de comercializar cereales, y prontamente adquirió proyección nacional y en el exterior. Su instauración, a partir de la apertura de Argentina al mundo, resultó de la necesidad de adecuar las modalidades de operación a los requerimientos y usos del comercio internacional de granos, que ya en esos años era la principal causa de progreso del país. Con su funcionamiento, se lograba poner el mercado interno y el mercado de exportación en estrecho contacto entre sí. Pero la creación del mercado a término, impulsada principalmente por los corredores y comisionistas de cereales de esta plaza, conllevó además el propósito de que la negociación de los cereales se concentrara en el ámbito bursátil y de esta forma  evitar la dispersión operativa que se venía observando. Así, a través del libre juego de la oferta y la demanda, se ocupó de la registración, liquidación y garantía de operaciones al contado y a plazos, posibilitando la formación de precios transparentes y representativos. El Mercado nació en esta Bolsa de Comercio de Rosario y sus iniciadores fueron hombres de la misma, como también lo fueron, ayer y siempre, los que condujeron los destinos de la sociedad y pilotearon su funcionamiento. A tal punto llega esta simbiosis, que muchos de los Presidentes del Mercado, lo fueron también –antes o después– de la propia Bolsa: cito a Juan B. Cordiviola, Manuel Ordoñez, Eduardo Grimaldi, César Bertotto, Ricardo Le Bas, Alberto Castello, César Jorge Bertotto y Hugo O.B. Grassi. No concibo al Mercado en ambiente extraño al que ha respirado a lo largo de este siglo, de la misma manera que digo que la Bolsa no habría alcanzado lo que es hoy / y  no habría realizado su destino, sino al calor y con la asistencia y gravitación del núcleo de hombres que integraron el Mercado y del volumen y trascendencia de los negocios que le aportaron. Fue tan arrollador el empuje de la nueva entidad, que superó sin trastabillar los ciclos de malas cosechas que golpearon al país en sus primeros años de existencia y las adversidades económicas de la Primera Guerra Mundial, logrando en apenas tres lustros un crecimiento patrimonial de singular magnitud. Es así como el Rofex estuvo en condiciones de suscribir la totalidad de los títulos del empréstito que emitió esta Bolsa a mediados de los años ’20 para construir el Edificio Sede de Córdoba y Corrientes, haciendo asi posible la expansión que el nivel de actividades y de negocios requería. Ya por entonces sus cotizaciones eran referencia necesaria en las principales plazas del mundo para conocer el comportamiento de los precios de maíz y de lino. Del mismo modo que el Mercado colaboró con la Bolsa y consolidó su crecimiento, ésta concurrió en apoyo de aquél en momentos difíciles de su historia. Por ejemplo, a mediados de los años ’70, cuando luego de un largo período de inactividad, por exigencia de la Junta Nacional de Granos el Rofex debió acrecentar su capital en un monto muy significativo. Fue entonces que la Bolsa completó la suscripción de la emisión de acciones no tomadas por los demás accionistas y se convirtió en socia del mercado. Así, a lo largo de un siglo ambas entidades hemos transitado un camino con altibajos, de pequeños y enormes logros, de grandes utopías y también de ciertas frustraciones y desencantos, pero siempre hermanadas en la consecución de ideales comunes. Hoy el Rofex ostenta un sitial destacado en el conjunto de los mercados de derivados a nivel internacional, sitial ganado con la suma de creatividad, esfuerzo y asunción de riesgos. Y nuestra Bolsa se siente orgullosa de ello. El Mercado no es una abstracción, existe porque hubo personas con afinidad de objetivos que, en algún momento, tuvieron lucidez para advertir la importancia de organizarse para cumplir una misión definida, trazaron una visión de futuro y asumieron la responsabilidad de dedicar su trabajo a la puesta en marcha de esas ideas. Aquellos iniciadores emularon a Ortega y Gasset cuando decía: “Sólo cabe progresar cuando se piensa en grande, sólo es posible avanzar cuando se mira lejos”. Estos hombres  sirvieron de ejemplo y tuvieron la habilidad de movilizar a otros  que continuaron la tarea, incorporaron nuevas ideas, les dieron nuevos perfiles para adaptarlas a las cambiantes circunstancias, pero sin perder la visión original. Así cuando el reloj de la historia recorrió ya diez décadas, se advierte que se dio forma y contenido a una entidad moderna en su funcionamiento, en condiciones de competir en uno de los segmentos más dinámicos y cambiantes en el contexto internacional, pero que conserva su esencia. La relevancia del Rofex no proviene ni de su antigüedad ni de su continuidad, como tampoco depende de su accidentado tránsito ni de las dificultades para alcanzar sus objetivos primordiales. Deviene de su capacidad de adaptación a un mundo en permanente transformación y a su vocación de respuestas eficientes a los desafíos del momento.

Señor Presidente de Rofex: En su persona felicito a los miembros del Directorio, funcionarios y a todos los operadores del Mercado a Término de Rosario por la conmemoración del Centenario / y les deseo el mayor éxito en sus planes futuros, que permitan proyectar la imagen y prestigio de la Institución.