Internacional

Coronavirus y ¿el fin de la globalización?

Héctor Rubini
La pandemia del COVID-19 ha puesto en riesgo la globalización iniciada en los años ’80.

 

La expansión de este virus desde China forzó en ese país y luego en el resto del mundo a la aplicación de restricciones a la movilidad de personas y al comercio de bienes. Sin vacuna disponible, todavía no es claro cuándo se revertirá la aguda caída en los flujos comerciales y en la actividad económica de este año.

La liberación de mercados desde los años ‘80 permitió al PBI real del mundo crecer hasta 2000 a una tasa promedio anual de 3,2%, y al comercio exterior de bienes y servicios, al 5,9%. Las restricciones migratorias posteriores al 11-S redujeron la movilidad internacional de personas, pero el PBI y el comercio mundial cobraron impulso con el crecimiento de China: entre 2001 y 2008 el PBI mundial creció 4,3% promedio anual, y el comercio de bienes y servicios, 6,2%.

La Gran Recesión post-crisis Subprime interrumpió ese proceso. En 2009 el PBI mundial cayó 0,1% y el comercio de bienes y servicios, 10,4%. Luego, entre 2010 y 2016 el PBI mundial creció 3,9% promedio anual y el comercio de bienes y servicios 5,2%. Esta desaceleración continuó entre 2017 y 2019: el PBI mundial creció 3,5% promedio anual y el comercio de bienes y servicios, 3,4%. La pandemia de este año preanuncia una caída inequívocamente mayor, e incentiva una profundización del proteccionismo y del intervencionismo estatal.

La globalización comercial y financiera ha permitido relocalizar empresas de diversos eslabones de cadenas productivas en países con menores costos laborales y tributarios, y menor inseguridad jurídica. La reducción de costos de producción se logró con mejoras de administración de la producción y de las redes de logística, con uso de tecnología informática y de las comunicaciones para la operatoria y envíos “just-in-time”. Las cuarentenas los han bloqueado. De ahí el desplome del comercio y de la actividad industrial en China, EE.UU. y decenas de otros países. Su recuperación será posible cuando un tratamiento o vacuna permita abandonar este mecanismo altamente costoso de prevención sanitaria.

Bajo estas condiciones, se abren dos caminos. Uno, de desintegración de la globalización de las últimas 3-4 décadas, y otro, de una globalización acotada, pero no reprimida. En general se espera el primer escenario, pero el mismo requiere un contexto político cooperativo, predecible y libre de agresiones. De no ocurrir, el resultado será el opuesto: más proteccionismo y acuerdos comerciales preferenciales y discriminatorios como en los años ’30. En buena medida dependerá del futuro de la actual rivalidad entre EE.UU. y China. Mientras tanto, varios líderes europeos vienen instando a reducir la cadena de producción en el exterior y a reinvertir en sus países.

Nos hallamos así en una suerte de punto de bifurcación. ¿Cuál de los dos caminos seguirá la economía mundial? Es imposible predecirlo hoy. El crecimiento de la economía mundial se ha desacelerado desde la crisis Subprime, y en cada vez más países cobró impulso el predicamento anti-mercado y globalifóbico. El proteccionismo de los EE.UU., su política migratoria y el deterioro de sus relaciones con China no son novedad. Responden a una demanda interna de revertir los efectos de la Gran Recesión de 2009 observada también en varios países europeos. El nacionalismo exacerbado y la demanda de mayor intervencionismo cobraron fuerza con las protestas por la inacción de los gobiernos para revertir desigualdades distributivas y flujos migratorios no deseados. Pero también es cierto que la pandemia ha motivado la cooperación internacional para lograr la vacuna contra el COVID-19.

El peor escenario para la globalización sería el de una creciente conflictividad internacional, y el retorno del bilateralismo proteccionista de los años ’30. Sin embargo, no hay un sustento intelectual sólido que cohesione las críticas a la globalización. Tampoco estrategias de intervencionismo estatal agresivo que destruya los incentivos a la producción y a la inversión y suprima las libertades individuales de manera permanente. Pero un agravamiento del conflicto entre EE.UU. y China, podría conducir a restricciones según que cada gobierno revele ser aliado preferencial de uno u otro. Algo que en buena medida dependerá del resultado de la próxima elección presidencial en EE.UU.  

Cuál será el camino a seguir, depende de la elección de cada gobierno. Por ahora el escenario más probable sería el de una nueva globalización con restricciones al comercio de bienes y servicios específicos. Sería el “menos malo”, pero conducirá a varios años de crecimiento e más lento. Algo que tornará más difícil revertir el “efecto pobreza” de la crisis actual, sobre todo en los países menos desarrollados.